Para vivir plenamente necesitamos arriesgarnos
Un hombre quería conocer una nueva tierra. Para ello, tenía que cruzar un río. Se quedó mirando el río que bajaba con un poco de corriente y sintió que tenía miedo. Quiso que se le pasara el miedo a cruzar el río, leyó muchos libros, se concentró, meditó, pensó que era fácil nadar, que la gente lo hacía y no pasaba nada, etc. Pero nunca se metió en el agua. Pasaron los días, los meses, los años, se hizo viejo y nunca salió de su país.
Tenemos que mojarnos y arriesgarnos a sufrir para conseguir lo que buscamos.