Conferencia sobre salud mental
Este pensamiento negativo no afecta solo nuestro equilibrio psicológico/emocional, también nos afecta de manera orgánica, afecta nuestro cerebro y el funcionamiento de nuestro organismo, de ahí las migrañas, los problemas gastrointestinales, los problemas de estrés y ansiedad crónico.
La única persona que está con nosotros 24/7 somos nosotros mismos, es decir, en nuestros pensamientos y estamos constantemente entablando un diálogo interno. De la calidad de este diálogo interno que mantenemos, dependerá nuestra salud emocional, física y la manera en cómo percibimos e interpretamos la vida, por ejemplo: Si una persona constantemente está pensando “no puedo, esto está difícil, me van a despedir, me van a engañar, no voy a poder mantener a mí familia, seguro ya me voy a enfermar…”, lo más probable es que esta persona interprete el mundo y su entorno de una manera conflictiva, difícil, amenazante.
Este tipo de pensamiento en un constante “en negativo”, hace que el cerebro se vuelva hipervigilante, está siempre alerta, pensando que constantemente está bajo amenaza, por lo tanto, se convierte en un cerebro ansioso, creyendo que todo el tiempo algo terrible va a suceder, que algo va a salir mal. Pensar de manera negativa altera nuestro mundo interno, ya que nuestra mente empieza a prestar mayor atención en aquello que nos preocupa y nos pone en modalidad defensiva.
Estar en modalidad “en negativo” ante los problemas o circunstancias, no nos ayuda a resolver el problema en sí, lo que hace es que nos instalamos en el problema, en todo lo malo que podría suceder, pero no en la manera de cómo resolver la situación y esto tiene su repercusión neurológica. Cuando estamos en modalidad “en negativo”, nos bloquea, nos posiciona en una situación de víctima y altera nuestra capacidad a nivel neuronal de analizar y buscar soluciones, altera nuestra zona pre frontal del cerebro, en donde funcionan nuestras funciones ejecutivas (análisis, planificación, toma de decisión, retención de información, flexibilidad cognitiva, memoria), es por eso que en estado de alerta o peligro, no tenemos la capacidad de evaluar las situaciones como son y las afrontamos desde lo emocional, en cómo nos sentimos.
Este pensamiento negativo no afecta solo nuestro equilibrio psicológico/emocional, también nos afecta de manera orgánica, afecta nuestro cerebro y el funcionamiento de nuestro organismo, de ahí las migrañas, los problemas gastrointestinales, los problemas de estrés y ansiedad crónico.
Para volver a tener un cerebro sano tenemos que recuperar el dominio de la atención, es decir, educar los pensamientos, aprender a confrontarlos y cuestionarlos, no creernos el cuento, de esta manera, ya no es la mente la que domina y se instala en supuestos imaginarios, es uno que la trae y la instaura en el presente, en el aquí y ahora. Es necesario recuperar el control siendo conscientes de la atención.
Paola Castro J.
Psicóloga – Mgtr. en Neurología Clínica
Encargada de Gabinete Psicopedagógico – UTEPSA